8 de diciembre de 2013

Me arriesgaré a que me marques.

Todos los gemidos que tienes pendientes.

Quiero rodearte con mis palabras
y que todas las onomatopeyas de deseo que conozcas
salgan disparadas por tus poros
cuando el roce de mi pecho desnudo por tu espalda
sea lo más casto que nos propongamos en toda la noche.

Que tu sudor haga en mi piel
la más bella obra de arte
y mi alimento durante días
sea el aire que respiras en mi boca
al pedirme entre besos que no pare.

Y parar es lo que menos se me ocurre
cuando tus labios me llaman
de esa maldita forma en que sólo ellos saben
y mis manos, a veces torpes,
consiguen arrancarte de la piel
todos los gemidos que tienes pendientes.

Estela R. G. 
06 de Diciembre de 2013


Tenía este poema en un borrador del móvil y ayer, al escribirlo en un documento de texto en el portátil, no sabía si publicarlo porque no sabía si tocarlo o dejarlo tal cual. Y al final, aquí está. Tal como me vino a la mente. Porque por una vez he decidido que se acabó el pensar. Porque por una vez he decidido que comienza el sentir. El vivir. Tal como venga. Lo que dure esta felicidad inesperada que has creado de la nada y has ido poco a poco colando por las rendijas de mi vida como la luz de un nuevo día se cuela por las persianas queriendo descubrirlo todo.

Porque nunca he deseado tanto un lunes.
Porque me arriesgaré a que me marques.


Besos con marca.

12 de noviembre de 2013

Esa imagen que te inspira un par de versos y ya no puedes parar.



Deshacer el nudo de tus piernas con las mías
es sencillo cuando ya han sido aprendidas
todas las posturas
- y todas es un triste pero cierto sinónimo de pocas
en este cuarto invierno castigada
sin el refugio que un día quise construirme en tus costillas.

Mis manos se pierden en el frío
si les cambias las reglas del juego,
de tan acostumbradas
a la rigidez férrea de buscar algo a lo que anclarse cada noche
y sólo encontrarse la una a la otra
por los pliegues de mi cama.

Y tengo que volver a recordar cómo se hacía eso
de no dormir imaginando que me abrazas
y me busco otro cuerpo,
aunque sea inventado,
al que acoplar su respiración en mi nuca
antes del último pestañeo.

No te pido que entiendas que
a pesar de haber perdido los derechos
me sigo atribuyendo la autoría
de todos los suspiros
de todas las mañanas de lluvia en tus ojos
porque sé a ciencia cierta que no has dejado de pensar
que nos ha faltado la oportunidad y nos han sobrado
a cientos
los kilómetros.

Perdona si me hago un lío
y te confundo
y te tuteo
pero han sido muchas las mareas que han pasado
por la playa en la que nos perdimos el respeto
y tengo que pedirte que me devuelvas
uno a uno
los sueños que iban envueltos en lo mejor de este ser
que se ha quedado, como siempre,
a las puertas del cielo.

Ese cielo que es el mismo que miramos cada día,
puede que hasta al mismo  tiempo,
como cuando te metías en mi cabeza y eras
capaz de revolverme la melena y volver locas
a las mariposas que antes se arremolinaban
a la altura del diafragma
y que ahora, después de alimentarlas tanto tiempo,
han decidido marcharse al refugio de otra amante
que todavía conserve intacta la capacidad de erizarse
con el hecho de pensar que un día,
en lugar de estar aquí escribiendo borradores virtuales,
estaría susurrándote al oído
las múltiples combinaciones posibles para besarte
uno a uno los lunares y tener para dos o tres vidas más contigo.

Y ahora sacúdete el sueño de los párpados y avísame,
porque si nada de esto te ha rozado
-en las yemas de los dedos
o detrás de las rodillas-
sabré que esta habrá de ser la última declaración
de guerra que te escriba.

Estela R. G.
11 de Noviembre de 2013

Besos con marca.

10 de noviembre de 2013

Ficciones (IV).

"Miré por la ventana y vi a una chica en lo más alto de un acantilado. De pie, a veces inmóvil a veces intentando luchar contra algo que no acerté en ese momento a descubrir. Seguí con mis cosas, con mi vida, pensando que aquella extraña visión que acababa de tener sería un hecho aislado. Otro día cualquiera volví a pasar por delante de la ventana, giré mi cabeza despreocupadamente y allí continuaba. Me asomé, aunque seguía sin poder distinguir bien qué era lo que le pasaba a la muchacha. Recordé que por algún cajón de mi casa debían estar los viejos prismáticos de mi abuelo y corrí a por ellos esperando que, al volver, la joven aún permaneciera allí.

Aquel instrumento me permitió ver que se trataba de una mujer de aproximadamente mi edad, con un vestido sucio por los bajos y una manga rota dejando ver uno de los hombros. El pelo le caía por la espalda en numerosos rizos desechos y tenía los pies descalzos. Mi curiosidad aumentaba. ¿Qué hacía allí? ¿Y por qué estaba en aquellas condiciones? Menuda loca, pensé. Aunque al fijarme un poco más en los pies me di cuenta de que uno de ellos estaba agarrado por una gruesa raíz que se perdía allí donde mi vista ya no alcanzaba. Estaba atrapada, pero tras un rato mirándola descubrí que no siempre intentaba zafarse de lo que la retenía.

En algunas ocasiones parecía como si mirase con resignación hacia el lugar desde donde venía la enorme cadena vegetal que la anclaba al precipicio. Incluso varios días la vi desaparecer en aquella dirección y volver con un vestido nuevo que volvía a mancharse y a romperse y una melena bien peinada que volvía a enmarañarse. Otras se tumbaba boca abajo y se estiraba todo lo que podía para asomarse al borde, atraída por el sonido que las olas producían al golpear contra las rocas, por los delfines que saltaban libres y volvían a zambullirse, por los sugerentes cantos de sirena que a veces la llamaban...

Aunque lo que más cautivó mi atención fue dedicarme a mirarla cuando anochecía. La chica pasaba cada noche esperando el momento en el que la Luna aparecía por el trozo de horizonte que desde su situación podía abarcar con su mirada. La Luna la iluminaba como si todo su resplandor sólo fuera destinado al trocito de roca que la joven mujer ocupaba y ella pasaba horas y horas admirándola, bailando para ella y alzando los brazos como si quisiera tocarla. Algunas veces pasaba largo tiempo agachada y luego se levantaba de nuevo hacia ella, pero los prismáticos no me permitían ver lo que hacía. Esas veces el mar parecía más furioso que nunca y la raíz, como si tuviera envidia, apretaba más el nudo que formaba alrededor de su pierna.

Aquello me fascinaba tanto que comencé a perder horas de sueño por ver el ritual al que me tenía acostumbrada aquella misteriosa joven. Había hecho de mi ventana una butaca en primera fila desde la que veía su rutina como si de un espectáculo se tratase. La había hecho parte de mí y quise conocerla. Quise ponerle cara y nombre, saber cómo sonaba su voz y que me contase su historia. Y empecé a correr. Corrí hacia ella, escalé montañas, crucé ríos, atravesé bosques. Tropecé y caí mil veces, me desollé las manos trepando, la lluvia me mojó y el frío me caló cada noche que pasé a la intemperie. Cuanto más sufría en mi camino, más empatizaba con todo lo que mi pequeña desconocida estaba padeciendo en aquel rincón del mundo en el que estaba extrañamente confinada y más eran las ganas de llegar a ella.

Descubrí un hermoso bosque lleno de flores de todos los colores y árboles frutales, pleno de frondosidad, a unos pocos kilómetros de donde estaba ella. En el centro de toda la vegetación crecía el árbol más bello que había visto jamás. Emanaba una luz y un olor que te atrapaban, sus frutos eran dulces y tiernos y entre sus ramas pude hallar cobijo para pasar la noche y dormir arrullada por el sonido del viento al pasar entre sus verdes hojas. Quedé fascinada con aquella criatura de la naturaleza pero mayor fue mi asombro cuando a la mañana siguiente pude ver que de él nacía la raíz que tenía a la muchacha atrapada en aquella cruel tortura. ¿Cómo podía ser algo tan bello y doloroso a la vez? Volví a emprender mi camino, desesperada por llegar hasta ella y viendo como la tierra se hacía más baldía y seca conforme dejaba atrás el bosque y me acercaba más.

No sé exactamente cuánta distancia tuve que recorrer hasta que pude verla. Se había quedado inmóvil al oír mis pasos acercarse, sentada en el suelo, y anduve muy despacio los últimos metros que nos separaban. No se giró cuando la saludé con un tímido hola ni cuando le dije mi nombre y le pregunté el suyo. Me di cuenta de que a pesar de haberla estado observando tanto tiempo jamás había visto su cara, que la lejanía no me lo había permitido. Me agaché tras ella y le puse suavemente la mano en uno de sus hombros. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, vellos de punta. Una luz cegadora me aturdió y los oídos me zumbaban, mareándome.

Había estado mucho tiempo enamorada de aquel maravilloso árbol que no quería soltarla y no la dejaba vivir todo lo nuevo que la estaba esperando. Podría haber destruido aquella raíz y haber acabado con su condena, pero sabía que así él también sufriría y no era capaz de causarle tal dolor. Así que vivía alejada de él cuando podía y soñaba en el borde del acantilado con todo lo que podría haber más allá si alguna vez se atrevía a desasirse de él. Además... ¿Qué podría haber hecho ella de haber roto con sus cadenas si todo lo que conocía del mundo era aquel bosque?

El mar la llamaba constantemente, sí. Era la tentación, la salida rápida, el fin. Era la carne, el deseo más inmediato, el placer por el placer. Era lanzarse, caer en una espiral de espuma y voluptuosidad que, tras volverla loca y acabar con la pizca de inocencia que le quedaba, la dejaría hecha piel, pelo y huesos en la orilla de una playa de quién sabe qué lugar. Desorientada, desnuda. Nada. Estuvo a punto de arrojarse tantas veces porque hacía tanto tiempo que nadie la tocaba que moría por volver a sentir. Pero el miedo siempre era más fuerte. El miedo la tenía anclada.

También estaba la Luna. Oh, la Luna... Aquel astro brillante e inalcanzable era su verdadero deseo. Su luz, su guía intermitente a la que sólo podía tener por unas horas cada noche. Y a veces ni eso, había un extraño ciclo que se la arrebataba cada cierto tiempo, aunque la Luna siempre volvía a aparecer y, con ella, la hermosa sonrisa cansada de la muchacha. Las noches en las que yo la veía de rodillas desde mi ventana, le estaba escribiendo los más bellos versos a la Luna con sus dedos en la tierra, por eso su vestido siempre estaba sucio. Y luego alzaba sus brazos, su voz y su amor hacia el cielo para regalárselos. Pero de tan pequeña ella o de tan alta la Luna, nunca conseguía hacérselos llegar. Creyendo que el viento, celoso, desviaba sus palabras para que no la tocaran, se peleaba con él y por eso su pelo siempre estaba hecho un desastre. Como toda ella. Así, se había hecho experta en contemplarla y en dejarse tocar por su fulgor. Maravillada, agradecida, devota.

Descubrí que su voz, conforme me contaba la historia de su vida, se me iba haciendo más y más familiar. Y lloré. Lloré tanto al conocer al fin su historia que las lágrimas no me dejaron ver que la muchacha se había girado y estaba frente a mí, mirándome a los ojos, llorando como yo. Entonces lo comprendí todo. Estaba tan cegada que hasta que la realidad no me sacudió con toda su fuerza tras un arduo camino, tras experimentar mi propia odisea, no fui consciente de que aquel día cuando eché un vistazo por la ventana, lo que en realidad había enfrentado era mi rostro en un espejo."


Besos con marca.

3 de noviembre de 2013

En mis venas.


"Ahora da la sensación de que todo está en mis venas, circulando en mi interior, retorciendo mis arterias. Se quedó grabado a fuego en las yemas de mis dedos, protegiéndome del golpe, del contacto con tu fuego. Porque nada vale nada, en un lado o en el otro se equilibra la balanza y duele todo, tanto, todo. En un lado todo el daño, todo lo bueno en el otro. Pero tú nunca en el centro, siempre haciendo algún destrozo. Y ya no puedo coserme, reinventarme ni quererme. Ha sido todo tan raro, sucedió todo tan fuerte.

Ahora da la sensación de que todo está en mis venas. Ley de la gravitación y al caerme me repongo. Proyectándome hacia el cielo, busco aire, encuentro polvo. Porque nada vale nada, en un lado o en el otro se equilibra la balanza y duele todo, tanto, todo. En un lado todo el daño, todo lo bueno en el otro. Pero tú nunca en el centro, siempre haciendo algún destrozo. Y ya no puedo coserme, reinventarme ni quererme. Ha sido todo tan raro, sucedió todo tan fuerte."

Supersubmarina - En Mis Venas


Nunca antes me había sentido tan identificada con este tema. Yo, pequeña de las dudas infinitas que siempre lloraba con otras canciones de Supersubmarina... Y es que es tan grande el miedo que siento a no saber reinventarme, coserme. Quererme... Me da tanto pánico saber que hay tan pocas cosas seguras en mi vida. Poco más que el paso de los días y la fecha de un examen que cada vez está más cerca y cada vez se me hace más cuesta arriba...

He estado leyendo mi blog este fin de semana en orden cronológico, desde el principio, reconociéndome y desconociéndome a golpe de click. He visto que el miedo es una constante en mi vida y no me gusta. ¿Quién querría vivir con miedo? El miedo sólo sirve cuando te hace crecer, cuando es ese estado en el que estás alerta y te superas a ti mismo para acabar con ese desasosiego. Y yo todavía no he aprendido a hacer eso. Creo.

No hago más que salir magullada de todo lo que me rodea. Hace tanto tiempo que no tengo una buena noticia de esas que te hacen olvidarte de todo lo demás, de seguir poniéndole ganas a la vida y no de tener que echarle cojones día tras día... Que sí, que vale, que nadie dijo que fuera fácil y con todo esto no estoy diciendo que me vaya a rendir...

Bah, si es que en realidad no sé ni por qué estoy escribiendo hoy aquí... Si simplemente lo que había sentido, lo que estoy sintiendo estos días, es que ha llegado ese temido momento en el que muchas canciones de desamor empiezan a cobrar sentido...


Besos con marca.

30 de octubre de 2013

Cuando al punto final de los finales, no le siguen dos puntos suspensivos.


"Sólo necesitas la luz cuando se está consumiendo. Sólo echas de menos el sol cuando está nevando. Sólo sabes que la quieres cuando la dejas ir... Sólo sabes que has estado en lo alto cuando estás de bajón. Sólo odias la carretera cuando echas de menos tu hogar. Sólo sabes que la quieres cuando la dejas ir. Y la dejas ir...

Mirando fijamente el fondo de tu vaso, con la esperanza de un día hacer durar un sueño. Pero los sueños vienen muy despacio y se van tan rápido... La ves cuando cierras los ojos. Quizá algún día entiendas por qué todo lo que tocas se acaba muriendo.

Pero sólo necesitas la luz cuando se está consumiendo. Sólo echas de menos el sol cuando está nevando. Sólo sabes que la quieres cuando la dejas ir... Sólo sabes que has estado en lo alto cuando estás de bajón. Sólo odias la carretera cuando echas de menos tu hogar. Sólo sabes que la quieres cuando la dejas ir. Y la dejas ir...

Mirando fijamente el techo en la oscuridad, el mismo y viejo sentimiento de vacío en tu corazón porque el amor, viene tan despacio y se va tan rápido... La ves cuando te quedas dormida pero nunca la acaricias y nunca se queda. Porque la has amado mucho y te has sumergido tan profundo...

Pero sólo necesitas la luz cuando se está consumiendo. Sólo echas de menos el sol cuando está nevando. Sólo sabes que la quieres cuando la dejas ir... Sólo sabes que has estado en lo alto cuando estás de bajón. Sólo odias la carretera cuando echas de menos tu hogar. Sólo sabes que la quieres cuando la dejas ir. Y la dejas ir..."

The Passenger - "Let Her Go"
Traducción libre mía.


Quién me lo iba a decir a mí... A mí, que siempre pensé que si pasaba algo así sería al revés y ya ves. En realidad no sé de qué me asombro. Soy la chica del pelo indomable y las malas decisiones, aunque ahora todo el mundo me diga lo valiente que soy y lo necesario que era dar este maldito paso. Y no. No me estoy arrepintiendo. Es sólo que duele. Duele no sabéis cuánto. Antes también dolía, son diferentes tipos de dolor. El anterior, al parecer, no llevaba a ninguna parte. El actual, dicen, es necesario para seguir. Pero eso no es lo peor de todo. Ni el dolor acechando para atacarte en los más débiles momentos. Ni los recuerdos palpitándome a la altura del esternón desacompasando lo que queda de mi corazón. Ni que hubiera preferido que fuera de otra manera ni que hubiera esperado mi vida entera si hubiera hecho falta. Ni siquiera la maldita y punzante incertidumbre que va a reinar durante no sé cuánto tiempo.

Lo peor de todo es todo lo que no. Lo que ya no.
Y el miedo. Sobre todo el miedo.

Besos con marca.

25 de octubre de 2013

Veintiún poemas de amor. XX.

Aquella conversación que siempre estuvimos a punto
de tener, da vueltas en mi cabeza,
por la noche el Hudson tiembla bajo las luces de New Jersey
aguas sucias que sin embargo reflejan a veces
también la luna
y distingo a una mujer
que amé, ahogándose en secretos, el miedo enroscado a su garganta
como si fuera pelo, sofocándola. Y es con ella
con quien intenté hablar, su cabeza herida, expresiva,
se aparta del dolor, se arrastra hacia las profundidades
donde no puede oírme,
y pronto sabré que le estaba hablando a mi propia alma.

Adrienne Rich
Una Paciencia Salvaje Me Ha Traído Hasta Aquí
1974-1976

Ya que tengo este vacío tan grande dentro, este bloqueo en el que no soy capaz de echarlo todo fuera, sigo dejando que Adrienne hable por mí. Me está sorprendiendo para bien esta escritora, he de reconocer que los primeros poemas del libro me costaba pillarlos, me llegaba alguna frase suelta o alguna estrofa. Pero conforme voy avanzando me va conquistando y tengo que agradecerle que me esté despegando poco a poco de las costillas este dolor que se empeña en quedarse a vivir conmigo, en mí.

También es justo decir que no es la única que me está ayudando, que tengo una vocecita al otro lado de móvil que siempre están ahí para darme ánimos, contarme sus experiencias y sacarme una sonrisa. (¡Hola, Irene!) Y cómo no, mis maritotos que me animan aunque sea yendo a la Fiesta Del Cine a ver una peli mojonera de Ben Affleck y Justin Timberlake (Runner Runner, no os perdéis nada, porque hasta la protagonista no es tan guapa pa lo puta que es).

Así que a pesar de todo, entre tanto temario feo del EIR estos días con Bioestadística, que me ha desmotivado un poco con el estudio y entre tanto... llamémoslo vacío, porque sí, es lo que más se le asemeja a este sentimiento, vacío, silencio, nada... Entre tanta porquería, siempre se encuentra alguna joya. Esta entrada mismamente iba a ser super depresiva y al final he sido capaz de darle un giro. O quizá es que debo dejar de ver tantos programas de subastas y trasteros abandonados... ¿Quién da más?

Sed malos y disfrutad del fin de semana, que tenemos una hora más para dormir o hacer party hard la madrugada del sábado al domingo.

Besos con marca.

18 de octubre de 2013

Cuando nosotras las muertas despertamos.

2.

El hecho de estar separadas
entra en tu vida como un mueble
-un arcón de madera del siglo diecisiete
de algún lugar en el Norte.
Tiene una cerradura enorme en forma de cabeza de mujer
pero hemos encontrado la llave.
En los compartimentos hay otras llaves
de puertas perdidas, un ojo de cristal.
Lentamente comienzas a añadir
cosas tuyas.
Vienes y vas reflejada en sus paneles.
Dejas de recordar aniversarios,
empiezas a escribir tus diarios
con más sinceridad que nunca.

Adrienne Rich
en Buceando Hacia El Naufragio
1971



Nada va bien cuando me empiezo a ver reflejada en los poemas de otros. Es así, siempre lo ha sido. Tengo un máster en apropiarme del dolor ajeno e identificarlo con el mío. 

Es sencillo. 
Al fin y al cabo, mi única enemiga soy yo.

Besos con marca.

16 de octubre de 2013

La Piedra De La Renuncia - Marta Molinos


Hace unos días Marta Molinos, la autora del blog Marta En Mayúsculas (actualmente cerrado por la promoción del libro) me pasó el borrador del que será su primer libro, La Piedra De La Renuncia, para que lo leyera e hiciera un comentario en mi blog. Para mí fue todo un honor que me hiciera esta petición y una satisfacción a la vez, ya que me gustó saber que una blogger a la que sigo desde hace tiempo y cuyos textos he podido disfrutar estaba haciendo realidad uno de sus sueños, ver sus creaciones hechas libro y además confía en mí para encargarme esta bella tarea. Gracias, Marta.

Compuesto por poemas y cartas escritas en forma de prosa poética, si tengo que elegir una palabra para describir La Piedra De La Renuncia tras su lectura, sería sin duda viaje. En todas sus acepciones. Al principio pensé en usar la palabra sensualidad, pues el libro de Marta está repleto de ella, de sensaciones y sentimientos que te van rozando todos los sentidos. Pero leer este libro no es sólo un ejercicio de recepción sensorial. Es adentrarse también en una odisea por los 31 años de vida de la autora y una tarea propia de identificación e interpretación de sus palabras hasta hacerlas tuyas. 

Dice el diccionario de la RAE que viaje es el traslado que se hace una parte a otra y, en otra de sus acepciones, que un viaje es un golpe, una acometida fuerte e inesperada. En su obra podremos acompañar a la escritora en su crecimiento, en el camino que recorre desde que es una niña que se sabe distinta al resto hasta convertirse en la mujer que es ahora, hecha a base de enseñanzas, de los golpes (los viajes) que le ha ido dando la vida.

La Piedra De La Renuncia es también una bajada a los infiernos de las rupturas amorosas, de las pérdidas, de la incomprensión. Es una huida de lo cotidiano haciendo de la escritura la mejor de las rutinas. Es metáfora, es alegoría. Como bien dice la autora en el epílogo no estamos ante un libro que entender, sino ante un libro que refleja y en el que reflejarse. Un libro corto, pero intenso, en el que perderse.


Tiene prevista su salida para finales de este 2013 o inicios del año que viene y podéis seguir todas sus novedades en su blog o en su facebook, de los que os dejo los links a continuación.

Blog

Facebook

Espero que leer esta entrada os haya hecho interesaros por la obra y que, si llegáis a haceros con ella, la disfrutéis tanto como lo he hecho yo. Termino dándole las gracias de nuevo a Marta por la confianza depositada en mí y por el regalo de haberme permitido disfrutar de La Piedra De La Renuncia de esta forma tan especial y exclusiva.

Nunca, nunca, dejes de escribir.
Besos con marca.

11 de octubre de 2013

Contrapunto.

Bajo este título se esconde el nombre de la revista literaria digital que realizan profesores y alumnos de los estudios de Filología Hispánica de la Universidad de Alcalá de Henares. Hace unos meses Ox, una asidua de los blogs colaboradora a veces de Desgra que muchas conoceréis y estudiante de dicha carrera, me pidió que le enviase algunos de mis poemas para publicarlos en la sección de inéditos. Le mandé algunos de los últimos que os había enseñado por aquí antes de verano y uno que aún no he publicado ya que, como la sección era de inéditos, estuve esperando a que apareciera en la revista.

Debido al parón veraniego y con la vuelta a las clases, es ahora cuando la revista ha publicado su quinto número, en el que han incluido dos de esos poemas que les envié. Uno es éste y el otro lo podéis ver en los siguientes enlaces:


El del blog de la revista:

El del documento de la revista:

Como os podréis imaginar, estoy que no quepo en mí. Últimamente tengo siempre en la cabeza algún verso que me apunto en las notas del móvil, en la libreta que llevo siempre conmigo o a veces hasta en los márgenes del temario (por que sí, a una servidora los términos médicos y las cosas de enfermeras también la inspiran). Así que que este hobby, o más que un hobby esta catarsis mía que supone volcar en palabras lo que se me pasa por la cabeza, por el corazón o por la piel, se vea... digamos recompensado de esta forma, que no se quede sólo para mí o para nosotros cuando lo comparto con vosotros, es algo muy importante y motivador para mí.

¿Quién le iba a decir a esa niña que escribía desde bien pequeña palabras sueltas en la Olivetti de sus padres que algún día, precisamente sus palabras, iban a ver la luz? Mi madre aún guarda trozos de papel en los que tengo escritos "cuentos", frases con algún personaje haciendo alguna acción que me inventaba... Siempre me he ligado yo misma al mundo de la lectura y la escritura y doy gracias a que además de comprarme Barbies (y coches, yo tenía de todo en casa, uno de mis muñecos más preciados era uno de Hulk Hogan... Circulen, señoras...), también me comprasen libros. Creo que el primero fue uno de El Patito Feo y también recuerdo uno de la historia de un extraterrestre que tenía unos ojos en relieve muy chulos que se movían y me encantaba.


Hay quien me dice que cree que de aquí a un tiempo se podrá comprar algún libro mío. Aunque me halague hasta el infinito que piensen así sobre mí, es algo que veo un poco lejano, sobre todo porque no he escogido una profesión que me deje mucho tiempo, precisamente ahora que estoy empezando y que tengo que estar buscándome la vida como mejor puedo... Pero no puedo negar que sería algo que me encantaría y que me llenaría de orgullo y satisfacción (qué campechana yo).

Mientras tanto... Sólo le pido a las musas que nunca me abandonen y poder tener siempre un huequito para poder ponerme frente a la hoja en blanco y que me pillen así cuando decidan visitarme.


Besos con marca.

30 de septiembre de 2013

Esta torpe selva fin de siglo.

"Hoy necesito que me abraces fuerte por encima de los miedos y prejuicios. Que alcances ya los huesos y me despiertes lejos de esta torpe selva fin de siglo. Y no me preguntes qué es lo que pasa. No traigo heridas, es sólo que preciso notarte bien dentro, sentirme en casa. 

Saber que es muy cierto que estoy contigo."

Cómplices - Hoy Necesito


Espero que esta semana sólo le haya dicho adiós a Septiembre.
Y a nadie más.

Besos con marca.

25 de septiembre de 2013

Paisajes a medio pintar.
  
Qué hacer cuando un corazón se para
y pretende después seguir,
como si nada,
cuando ha estado en suspensión por un momento.

Cuando ya no eres mi musa y mis letras,
las que nunca te tocaron,
han dejado de ir lanzadas dirección tu pecho.

Qué hacer con toda esta poesía que tengo dentro.

A veces te pienso
y me invade la tristeza
y las preguntas se amontonan por donde queda la aorta
y me ahogan los recuerdos de todo lo que no hemos sido.

He ensuciado de tinta y sudor tantas veces estas sábanas,
estos lienzos que me odian
de tanto dejar paisajes a medio terminar
a caballo entre tu mundo y el mío,
que ya se niegan a arroparme cada vez que tu silencio
me golpea y me vuelve a devastar.

Qué hacer cuando ya nada te cobija
del frío de lanzar calor,
de lanzar amor
al vacío.

Estela R. G.
24 de Septiembre de 2013


-------o-------


Vuelvo a escribir por las noches, al acostarme, echándome a dormir con el bolígrafo y la libreta al lado por si me vuelven a asaltar las palabras, los versos. Y me encanta. Me encanta perder unos minutos de sueño si el resultado es resolver los poemas que se me quedan atascados.

Pero también hay noches en las que dormir se hace cuesta arriba, cargando con el día a día, con los miedos, con los porqués, con las alergias, con los desengaños...


Y con el vacío.
Que también pesa.

Besos con marca.

20 de septiembre de 2013

Desastres cotidianos.

Hay gente que
con los ojos
escribe mapas en los cuerpos que se les antojan prohibidos.
Trazan las rutas que sus manos se imaginan
completando punto por punto.
Lunar por lunar.

Hay manos que
con caricias
proclaman al tacto verdades silenciosas.
Sentencias agazapadas en los labios
que no se atreven a salir.

Hay bocas que temblorosas
maquillan las noches en vela
orientándose a golpe de suspiro
con cada roce de palabra susurrada.

Hay olores que se pegan a la vida
y cuentan las historias que han conseguido
atravesar párpados incrédulos.
Corazas destruidas por el roce de un aroma en forma de memoria,
de humo de tabaco rubio como tú.

Hay mundos que están patas arriba por sólo una sonrisa
del revés.
Por una foto velada que lo dice todo
y miradas escondidas tras unas gafas de sol
que inspiran piernas cruzadas y pechos abiertos.

Hay batallas fortuitas como las arrugas que se despiertan
a ambos lados de tus labios
cuando te imagino diciéndome que no.
Pero nuestros reencuentros no lo serán nunca mientras me quede,
al menos, un poco de locura
entre tanto desastre cotidiano.

Estela R. G.
18 – IX – 2013

----------o----------

Hacía mucho que no escribía algo así. Que no sentía la necesidad de acariciar las teclas sintiendo salir las palabras que se me agolpaban en el pecho. Que no me atascaba al final del poema porque ninguno de los versos que se me ocurrían eran demasiado buenos para ella. Pero es que también hacía tiempo que no se acercaba el Otoño.

Como también hace tiempo que no sé
lo que es verme reflejada en tus ojos.


Besos con marca.

9 de septiembre de 2013

Lunes musical (VII) y algo más.

Hacía tiempo que no escribía una entrada de estas musicales en las que os recomiendo algún disco o artista. Hacía tiempo que no escribía, en general. Pero hace un par de noches tuve un flechazo, un amor a primera vista. Aunque quizá no debería llamarse así... Y es que me puse por primera vez el tema Roar de Katy Perry y me reconcilié totalmente con ella. 


Lo que pasó fue que la canción Part of me me decepcionó muchísimo y le perdí un poco la pista a la cantante. Había escuchado sólo Wide Awake de entre sus novedades y nada más. Como que había dejado de interesarme un poco lo nuevo que tenía por ofrecer y prefería disfrutarla con su primer disco y algún tema suelto de Teenage Dream. Hasta que me encontré con el lyric video de Roar y la canción me ganó completamente. 


("I went from zero to my own hero...")

Aunque no es sólo la canción lo que me ha vuelto a conquistar. En la parte de vídeos relacionados de Youtube aparecía el videoclip oficial y me puse a verlo. Ahí fue cuando me reencontré con una Katy Perry absolutamente preciosa y, a mis ojos, más natural que nunca. Detrás de una historia divertida en la que va transformando las adversidades en fortalezas, aparece con una melenaza negra adornada con flores, un color de piel precioso y un cuerpazo que... En fin... Juzgad vosotras mismas... 




(mi parte favorita)






Pero no sólo me he vuelto a enamorar de ella. En estos tiempos que corren y en esta vida que me he impuesto a mí misma, canciones como ésta que hablan de fuerza, de sobreponerse, aunque en este caso sea a raíz de ese amor que te coarta... Me ponen el corazón contento. No hace falta que sea la persona a quien amas la que te haga sentir así para verte reflejada en el nuevo tema de Katy. Siempre hay gente a nuestro alrededor que va a hacer que nos sintamos como una mierda, inservibles, incapaces. Y en nuestra mano está rugirles a esas personas, no sólo para demostrarles lo equivocados que estaban sino para lo más importante: levantar tu autoestima por encima de sus cabezas.

Porque no hace falta llegar hasta el final para ganar: eres una campeona cuando decides lo que quieres y das los primeros pasos para conseguirlo. Eres una campeona cuando duele y aun así no paras; cuando sería más fácil quedarse en la cama y sin embargo te levantas. Eres una campeona cuando transformas los "no lo vas a conseguir" en motivación, cuando ves los primeros avances y te mueres por saber qué queda por conseguir. Eres una campeona cuando te vistes con una sonrisa y también cuando lloras, porque a estas alturas de la vida has aprendido que el llanto no siempre es signo de debilidad; es también tu forma de echarlo todo fuera, limpiarte, relajarte y continuar. Eres una campeona sobre el tiempo, al que nunca más vas a ponerte en contra, sino por el que vas a fluir, el que vas a vivir.

La mayor competición siempre la tendrás contigo misma. Deja de luchar contra los demás, deja de compararte, sé consciente de tu cuerpo, de tu mente, de tu corazón, de tu alma y de tu lugar en el mundo. Fija tus objetivos, tus sueños y comienza andando y buscando los caminos que te llevarán a la meta. Y olvídate de correr porque recuerda: cuando empiezas a moverte, ya estás yendo más rápido que cuando estabas sentada en el sofá. 

¡RUGE!


Y feliz comienzo de semana.
Besos con marca.

27 de agosto de 2013

No more summertime sadness...

Agosto entra en su recta final. Y aunque durante septiembre todavía queda verano, parece que con el fin de este mes el tiempo estival también se acaba. Recuerdo que cuando empezaba, yo le pedía a este agosto que pasase rápido porque presentía que éste iba a ser un verano horrible. Y a día de hoy, a pesar de que no todo ha sido como me gustaría, la sensación que tengo es muy positiva. Por primera vez en mucho tiempo puedo decir que estoy algo más contenta y, sobre todo, motivada.

He ido a la playa más de lo que me esperaba y tengo un colorcito que me encanta. Eso ha supuesto que mi madre, que creía que este año no pisaría la arena, también la haya podido disfrutar, así que eso también es un premio para mí. Fui tres noches a Las Colombinas, la feria grande de Huelva que conmemora la partida de Colón hacia el Nuevo Mundo. Y me lo pasé en grande. Cada noche fui con diferentes amigos viviendo la fiesta de distintas formas. Vi los conciertos de Malú y Mojinos Escozíos, bailé, canté, salté, me reí, me reencontré con gente a la que hacía tiempo que no veía, disfruté... Llevaba unos años en los que iba una noche a lo sumo, el pasado me torcí el pie nada más llegar... Y este ha sido genial, la verdad. Así que no me puedo quejar. También he estado en un concierto de Rozalén, a quien recomiendo totalmente ver en directo porque tiene un arte tremendo la tía y he probado por primera vez el sushi, que no me ha gustado nada pero al que tengo que dar otra oportunidad porque el sitio dejaba un poquito que desear. He retomado el buen hábito de pasar al menos una tarde a la semana jugando a videojuegos con uno de mis mejores amigos y también he hecho una nueva amistad que, aunque justo días después de conocerla en persona se ha ido de Erasmus nada menos que a Suecia, presiento que podríamos ser buenas amigas. (¡Hola, Irene!)

Es cierto que he descuidado un poquito el estudio, que ni de coña he llevado el buen ritmo que tuve durante abril, mayo y junio, pero sigo con la ilusión y las ganas de que una de las plazas de matrona sea mía, a poder ser en Madrid, por motivos obvios. Así que estoy convencida de que volveré a coger sin problemas la rutina de estudio cuando me ponga a ello. Ahora en septiembre sale la convocatoria y habrá que hacer papeleos y demás, con lo poco que me gustan, pero espero que todo vaya bien y saber pronto la fecha del examen para saber el tiempo real que me queda.

Y es que este mes de agosto (bueno, desde finales de julio) me he estado haciendo a otro tipo de rutina y esta vez de verdad de la buena. Estuve desde julio tomando contacto con el deporte, haciendo unas tablas en mi casa sacadas de internet, empezando a comer mejor... Pero me he apuntado a un gimnasio y el 22 de julio tuve mi primera clase de spinning. Y a partir de ahí ha sido todo un no parar. Voy a spinning y a body pump según lo que toque cada día y a pesar de querer morirme la primera semana, en cuestión de un mes he aumentado el peso que levanto en body pump y llevo casi bien del todo el ritmo del spinning. Estoy super contenta, porque además estoy teniendo muy buen rollo con la gente de la clase (somos poquitos ahora en verano) y porque bueno, me apunté obviamente para adelgazar y lo estoy consiguiendo. Apenas voy camino del tercer kilo perdido, que en un mes no está nada mal. Pero se me nota muchísimo en cuanto a volumen, lo estoy flipando, la monitora está super contenta conmigo y siempre me está animando y es una motivación tremenda. Creo que nunca me había mirado a mí misma con tan buenos ojos y había visto tan buenos progresos. Estoy comiendo muy bien y no lo estoy pasando tan mal como esperaba. Y lo mejor es en cuanto a la actitud, que eso sí que se nota. Estoy mucho más positiva, me estoy queriendo a mí misma mucho más, me encanta mirarme al espejo y ver cómo va cambiando todo, jajaja! Y es un subidón tremendo ver cómo ahora me encuentro mejor con respecto a la ropa, a mí misma... No sé, es que es todo tan positivo... Creo que lo único negativo que tiene es que me duele en el alma pedirle a mi madre los cuarenta euros que me cuesta al mes el gimnasio, pero la pobre me los da de buen grado porque me ve tan contenta y motivada (aunque me diga que me estoy quedando sin tetas y eso NO MOLA)...

Así que a la nueva temporada sólo le pido constancia. Ojalá sea capaz de mantener este ritmo, que el estudio vaya cada vez mejor, que mi cuerpo siga respondiendo tan bien a la caña que le estoy dando y que dentro de un tiempecito pueda mirar hacia atrás y darme cuenta de que todo lo que he conseguido ha sido gracias a mi esfuerzo. No sé si todo me saldrá bien, pero mi propósito de año nuevo de tomar las riendas de mi vida y dedicar este año a mí, de momento, no está yendo nada mal.

¿Y vuestro verano? ¿Os atrevéis a contarme en los comentarios? Yo por mi parte prometo intentar pasarme más a menudo por vuestros blogs en cuanto empiece con el estudio y me vuelva a estabilizar en esta rutina que si me hubieran dicho hace unos meses que llevaría tan bien, no me lo creería.


Besos con marca más mas maripósicos (¿?) y metamórficos (¡!) que nunca.
(Lo de estar malita de lo mío...
Eso no cambia, como podéis ver...)

17 de agosto de 2013

La gran mentira.

Alicia, la del País de las Maravillas, no era rubia.


A saber en qué más cosas nos mintieron... Como que íbamos a acceder a todo lo que nuestros padres no pudieron. O que de amor nadie se muere. Hasta que descubres la gran mentira de morirte un poco cada día porque su piel no es lo primero que te toca al abrir los ojos por las mañanas, cuando empiezas una nueva jornada de esa vida que dista mucho de la que soñaron para ti.

Besos con marca.

9 de agosto de 2013

Fruslerías (XX - edición especial verano).

Caravana hasta la playa cantando y bailando al ritmo de una radio que pierde señal conforme nos vamos alejando de la ciudad. Los últimos días antes de que llegue esa visita que tanto esperas, con los nervios haciendo de las suyas y la ilusión compitiendo con tu sudor para salirte por los poros. Comprar cigarros a cinco duros cada uno y hacer como que fumabais en aquel paraje raro, cruzando peligrosamente la autopista, con la adrenalina golpeándoos las sienes. Leer en el balcón con los pies colgando, el culo fresquito y el falso sauce llorón más quieto que nunca. Vacaciones Santillana y un workbook de Matemáticas que hicimos al borde de tu cama de Punta, ésa donde violaste nuestra amistad y ya nunca volvió a ser lo que era. Fango hasta las rodillas huyendo de cangrejos y convencionalismos. Carreteras que podrías conducir a ciegas después de tres años de hacer todos los días lo mismo. El Mundial. Fruta fresca. La Baticao. No dormir si no te tapas y no dormir si tienes calor porque te has tapado, porque así eres tú: pura contradicción. Tardes que se nos hacen noches que se nos van de las manos. Volver a casa haciendo autoestop, rompiendo por el camino tres o cuatro corazones que antes te habías ganado a puñetazos. No saber dónde se ponen "las largas" en el coche que acabas de aprender a conducir. Almuerzo y helado gratis en una casa en la que es muy difícil saber de qué color son las paredes, pero que te da igual porque la mujer de tu vida, aunque tú no lo sepas, está sentada a tu derecha. Convertir la estación en nuestro punto de encuentro. Operación parte de abajo del bikini. Adivinar nombres bajo el agua y acurrucarte a tus primos recién descubiertos para ver una lluvia de estrellas tumbados en la arena. Maratones: de series, de besos, de despedidas. Moratones: de fútbol, de machos, de amor. Volar a otro país y seguir la estela. Blanco, rojo, marrón, muda y vuelta a empezar. Algo así como tener un novio y que te pidan permiso para salir con él. Conciertos, desconciertos y recitales musicales, siempre mejor con un mojito en la mano y el océano de frente si miras a poniente. Quedar entre el quiosco y la pirámide y que te echen por primera y única vez de una discoteca. Todos contra el fuego pero tú, ardiendo, sólo sabes apagarte si te metes bajo el agua tapándote la nariz.

Buscar la concha más bonita de la playa para mandártela.


Y que se rompa.
Que todo se rompa.

Besos con marca.
Y arena y algas.